Los fieles de la parroquia Nuestra Señora de África de Mikomeseng han realizado este sábado día primero del mes de marzo la peregrinación jubilar a la Iglesia Catedral.

Sobre las 10:00 de la mañana de este sábado, los peregrinantes de la parroquia Nuestra Señora de África de Micomeseng llegaban con entusiasmo, pintando un cuadro vibrante de fe y esperanza en la comunidad de vecinos de Ndong, un punto de partida simbólicamente elegido no solo por su accesibilidad, sino también por su conexión con la historia cristiana local. Este lugar, que ha sido testigo de innumerables momentos de oración y reflexión, ha marcado el inicio de un recorrido que dista un total de cinco kilómetros de la venerada catedral, un destino que lleva consigo siglos de devoción y espiritualidad.

Punto de partida (Comunidad de vecinos de Ndong)

Antes de emprender el viaje, el párroco Rvdo. padre David ha dirigido unas palabras inspiradoras a los asistentes, resumiendo el significado profundo de esa actividad: «La peregrinación, explicaba, no es meramente un acto físico sino un símbolo del jubileo y de la vida cristiana; es un llamado a los fieles a levantarse, a ponerse en camino y a enfrentar las dificultades con fe y perseverancia, ya que el jubileo invita a los cristianos a participar en un viaje de renovación y redención«.

Después de la introducción y la oración inicial, los peregrinos, llenos de fervor y devoción, han empezado su recorrido hacia la Santa Catedral. A lo largo del camino, entonaban cantos que resonaban en el aire, rezando juntos y compartiendo charlas enriquecedoras en cada estación del camino. Estos momentos de testimonio han permitido a cada participante compartir sus propias experiencias de fe, creando un ambiente de apoyo mutuo y unidad que ha fortalecido no solo su espíritu individual, sino también el tejido comunitario que los une.

Los peregrinos han tenido cinco paradas o estaciones, cada una ofreciendo una oportunidad única para dar charlas y compartir ideas entre los mismos, enriqueciendo así la experiencia colectiva. La primera estación «el peregrinar», un punto de partida crucial donde han definido el significado de este infinitivo; aquí, los peregrinos reflexionan sobre su propio camino de fe, recordando que el peregrinaje no es simplemente una travesía física, es también un viaje espiritual hacia el encuentro con lo sagrado. La segunda estación “mi encuentro con Dios en lo creado”, donde los participantes se han detenido para contemplar la belleza del entorno natural, inspirándose en la creación como un medio para conectar más profundamente con el Creador.

Profesión de fe

En la tercera estación, conocida como la profesión de fe, se ha llevado a cabo uno de los signos del jubileo; ha sido un momento de reafirmación, donde los peregrinos, en un espíritu de unidad, declaraban su fe y compromiso, expresando así el contenido central de lo que significa ser parte de la comunidad de creyentes. La cuarta estación se ha convertido en un momento propicio para escuchar el poderoso mensaje del Santo Padre, quien compartió su visión desde el lema del jubileo, “PEREGRINOS DE LA ESPERANZA”. En este espacio cargado de significado, el Papa invita a la humanidad a adoptar un buen trato hacia los emigrantes, los ancianos, los pobres y los niños, destacando la importancia de cuidar y proteger a las generaciones más vulnerables como un relevante legado que la iglesia de Cristo debe transmitir. Finalmente, la quinta y última estación ha llevado a los peregrinos a la entrada principal de la Santa catedral, un lugar simbólico conocido como “LA PUERTA SANTA”. Aquí, los peregrinantes no solo cruzan un umbral físico, sino que también reciben las indulgencias, manifestaciones concretas de la misericordia de Dios, que son un recordatorio poderoso de la gracia divina que abunda para quienes buscan redención y reconciliación.

Se concluía la peregrinación con una misa de acción de gracias, un momento culminante que simboliza el cierre de un viaje espiritual lleno de fervor y devoción. Al llegar a la puerta santa, los peregrinos han sido recibidos por el vicario general de la diócesis, el Rvdo. Padre Apolinar Mbo Olinga, quien no solo les ha ofrecido una cálida bienvenida, sino que también ha asumido el papel de celebrante en esta significativa ceremonia. En su homilía, el padre Olinga ha recordado a los feligreses la esencia de la vida cristiana, una vida colmada de esperanza y fe: «El cristiano debe aprender a sacudir aquellas barreras que obstaculizan su acercamiento a Dios», les exhortaba con firmeza.

Con un profundo sentido de compromiso, el celebrante resaltaba la importancia de la fe en tiempos de adversidad, instando a cada peregrino a reflexionar sobre las dificultades que puedan estar enfrentando y a entregarlas a Dios, quien siempre ofrece consuelo y guía. Al evocar la figura de Cristo, quien tocaba y bendecía a los niños, el padre Olinga ha sugerido que así como el Salvador impartía su amor y gracia a los más pequeños, igualmente esta peregrinación ha sido una oportunidad para que los participantes reciban la bendición divina. «No ha sido una experiencia vana«, aseguraba con convicción, «sino un camino que salva y bendice, tal como se indica en el evangelio de San Marcos». Con cada palabra, el espíritu de la comunidad ha ido renovándose, dejando a los asistentes no solo con un sentido de logro, sino también con un renovado propósito en su vida cristiana.

Foto familiar tras la celebración eucarística

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